El origen de este viaje de agua lo encontramos asociado a la fundación, en 1453, del convento franciscano observantes de Santa María de Jesús. Gracias a la intermediación del cardenal Cisneros, a primeros del s. XV, el convento y la ciudad compartirían sus aguas en siglos posteriores, convirtiéndose así en el principal sistema de abastecimiento de la ciudad hasta mediados del s. XX. Las galerías de captación del viaje de agua de Villamalea, se situaron inicialmente en el llamado prado de Villamalea, en el camino que lleva a Meco y en siglos posteriores fueron

ampliándose por los parajes limítrofes. En total fueron 27 fuentes públicas, las que han sido abastecidas a lo largo de la historia por este viaje. A partir del primer cuarto del s. XVIII, el ayuntamiento vendió porciones de su caudal, además de al propio Colegio Mayor de San Ildefonso, a diversas instituciones religiosas, vinculadas en su mayoría con la Universidad. Más tarde, tras la desamortización, a partir de finales del s. XIX, el viaje de agua paso a abastecer a los acuartelamientos que se instalaron en los antiguos colegios universitarios.