Históricamente a los franciscanos descalzos alcantarinos del santo Ángel de Alcalá, se les ha conocido vulgarmente como “gilitos”, pues sus fundadores provenían del convento madrileño de San Gil. En este caso el origen del viaje de agua también está asociado a fechas cercanas al propio origen del convento en 1576. Por las referencias encontradas, sabemos que este convento disponía de un viaje de agua desde antes de 1592, fecha en la que el papa Clemente concede a Catalina de Mendoza, su fundadora,

parte del agua de la fuente de dicho convento. Las minas del viaje de agua discurrían a lo largo de más de mil quinientos metros, bajo la vía pecuaria del camino Alto o camino antiguo de Camarma. El convento, las tierras y el viaje fueron vendidos al conde de Canga Argüelles hacia 1873. En el s. XX el viaje de agua sirvió para que se instalara, en las tierras que habían sido huertas del antiguo convento del Santo Ángel, la primera fábrica como tal, que tuvo la ciudad, se trataba de Forjas Alcalá.